“Le sienta de maravilla”, le ha dicho la dependienta antes de dejarla sola en el probador. Se mira en el espejo, mordiéndose el labio inferior, girándose a derecha e izquierda, pasándose las manos extendidas por el contorno de la cintura. Cree en la sinceridad de la dependienta, no es la frase hecha de la vendedora que quiere halagar a la clienta. El vestido le sienta estupendamente, sensual y elegante a la vez. Pero no acaba de decidirse. A ratos se le apaga la sonrisa y se queda frente al espejo con los brazos caídos. Piensa que ella no se merece ese vestido. Y bien sabe de dónde le viene ese pensamiento, no es nuevo. En entonces cuando casi puede sentir la cara pegada a la suya, la mirada turbia reflejada en el espejo y esa voz hostil, socarrona con que le dice “adónde vas, pareces un adefesio”, y se obliga a cerrar los ojos apenas unos segundos, para que al abrirlos, si hay suerte, la imagen y la voz se hayan borrado. Lo consigue, pero sabe que no es una victoria definitiva, que él está agazapado en los rincones de su memoria, siempre al acecho de sus momentos de debilidad, y que volverá a aparecer. ¡Qué difícil esta decisión tan trivial de comprarse un vestido!, se dice. Si alguien la viera pensaría que está loca, que es una desequilibrada, pero ¡qué sabrán ellos!, aunque alguno lo sabrá, alguno que haya vivido pegado a la conciencia enferma de otro, una vida escrutada por ojos mezquinos y sucios, en un ladrido permanente. Vuelve a mirarse en el espejo, se reta a sí misma, sabe que es un momento importante, que la palabra “probador” alcanza una dimensión nueva y que no debe claudicar, que no va a claudicar. Llama a la dependienta. “Me lo llevo puesto”, le dice, y sale del probador sonriendo, abandonando en la percha el otro vestido, piel vieja e inútil.
Habría que hacerlo de vez en cuando…
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Yo sé de qué habla, no está loca , cuando la invade el miedo , sacude su cabeza y sigue adelante… es una sensación fresca y reconfortante
Genial
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Qué diferencia lo que proyectamos hacia los demás y lo que realmente sentimos. Se ve muy nítido en tu retrato. Qué bine que decidiese dejar atrás la piel vieja.
Un saludo
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