Miras la foto ya desvaída en la que estás con tu hija. Ella tiene apenas seis meses, la tienes en brazos y os miráis fijamente a los ojos. ¿Quién es éste?, parece preguntarse ¿Qué clase de mujer será?, te preguntas. Si te esfuerzas puedes aspirar su olor limpio y tierno de bebé, sentir el tacto mullido de su cuerpecillo, ver estallar las pequeñas pompas que de un momento a otro hará con la boca. Ahora ella es una mujer y vive en otro país. Te parece imposible que sea la niña que está en tus brazos. No puedes apartar los ojos de la foto. Es algo misterioso, te sobrecoge.