Un día él se fue. Ha pasado el tiempo y ahora viene a visitarnos. Aunque nos abandonara, me esfuerzo en demostrarle mi amor, pues tenía sus motivos. Y poco a poco voy acostumbrándome a su nueva imagen: al grosor de sus labios, al rostro lampiño y terso, al volumen de sus pechos, al estampado de sus vestidos; pero de momento no puedo, aunque lo intento, mirarla a los ojos y decirle «papá».