En una entrada anterior (DESAHÓGATE ESCRIBIENDO), se pueden leer las motivaciones para escribir de algunos escritores. Hoy traigo un texto que encontré por casualidad viajando por internet. Es del escritor peruano Frank Otero Luque. Me parece un magnífico compendio de razones para ponerse a escribir.
“Escribo por el placer de tejer las ideas en la urdimbre de mi mente y adornarlas, de repente, así, sin querer, con orlas y pompones que los más simplones llaman rima. Escribo porque me gusta escribir y por una imperiosa necesidad de liberación interior, porque a través de lo que escribo puedo plasmar y recrear lo que anhelo y lo que temo, lo que odio y lo que adoro; tallar letras en oro o enfangar una frase. Escribir me ayuda a sobrellevar mis frustraciones y a comprender mejor el mundo de afuera y de adentro; escribiendo alcanzo una catarsis espiritual. Pero también escribo porque tengo mucho sentido del humor y porque me gusta hacer gala de la sátira, del sarcasmo y del doble sentido.
Escribo porque disfruto creando realidades paralelas, mundos hechos a medida y personajes fantásticos que interactúan a mi antojo. Amo escribir y sentirme Dios por un momento; sentirme todopoderoso. Escribo porque me maravilla la magia de dar vida y porque, aun siendo omnipotente, alguna de mis criaturas se rebela, me para en seco y me hace a un lado.
Escribo porque soy sensible a todas las artes y hallo vasos comunicantes en sus más variadas expresiones: es posible esculpir párrafos, ya duros en frío mármol de Carrara, ya cálidos en suaves maderas de la Amazonia. La fotografía de un atardecer puede ser un poema y la pintura de una mujer hermosa dar pie a todo un cuento. Una sinfonía es capaz de elevar nuestras almas hasta el cielo y ese estado particular es en sí mismo poesía. Y la danza, danza entre las palabras y las frases produciendo eufonía.
Para mí, las palabras no son sólo herramientas sino viejas amigas y añoradas amantes, retadoras adversarias o aliadas incondicionales, y también puntiagudas y filosas dagas con las que atravieso sin empacho a quien ose interponerse en mi camino. Las palabras pueden brillar como el sol del mediodía en la mitad del Ecuador, encandilarnos a la salida de una profunda y oscura cueva, o ensombrecer cualquier pensamiento; pueden oler a jazmines y azahares o heder a excremento; pueden ser suaves como la piel de un bebé o ásperas como la cáscara de una piña. Y las palabras también pueden convertirse en una melodía de ángeles, o retumbar en nuestros oídos hasta dejarnos sordos. Hay palabras dulces, amargas, saladas, picantes, ácidas, y otras que nos destemplan los dientes o nos rajan la lengua y hasta el alma. Pero también hay aquellas que nos sosiegan y consuelan.
Escribo porque me gustan las letras, las sílabas, las palabras y las frases y oraciones; los párrafos y capítulos; las novelas y las bibliotecas; y me encanta leer.
Escribo porque escucho voces que me dictan y me acompañan, sin las cuales me sentiría muy solo y perdido. Unas me susurran palabras al oído; otras me gritan oraciones enteras o me soplan la rima. Y escribo porque, a veces, mi mano es sólo el instrumento que coge la pluma para anotar los mensajes de los dioses.
Y porque me encanta ser leído.
Escribo porque admiro la naturaleza y todo despierta mi interés, porque tengo más de cinco sentidos y, a veces, no son suficientes; porque poseo un olfato privilegiado y me regocija hasta el infinito el olor del pasto recién cortado, del café acabado de pasar, del pan que sale del horno; pero ese mismo olfato hace que perciba el hedor de los abusos e injusticias y que me sienta impelido a denunciarlos.
Este es el texto que he encontrado en mis apuntes. Es un resumen del texto íntegro que puedes leer AQUÍ
Es precioso lo que escribes con dedicacion y sentimiento que te arranca desde el alma cada letra que es pronunciada.Quisiera tener tanto nivel de expresion y ortoghrafia que tu mismo tienes. Es digno de admiración ,no puedo describir la emoción que siento en leer tu narracion.
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Gracias, Nefertiti, pero no soy yo quien escribe este texto (¡ya quisiera yo!). Como digo al principio, es del escritor peruano, Frank Otero Luque.
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