Liderazgo empresarial

jefe

Todos en la oficina aplaudimos la iniciativa de nuestro jefe de apuntarse a un seminario de liderazgo democrático. Fue todo un éxito: consiguió transformar su lenguaje corporal, antes amenazador e intimidante, en gestos acogedores y, según Mari Pili, su enamorada secretaria, en gestos muy pero que muy guays, o sea, súper mega empáticos. No obstante, para corregir el rictus de mala leche, ya petrificado en su cara a causa de tanto entrenamiento, no fue suficiente con el seminario, sino que tuvo que ponerse en manos de un cirujano plástico de fama, y ahora parece que el jefe sonríe todo el tiempo como el Joker de Batman, pero sin ese punto de perversión del payaso.

Esta mañana me ha recibido en su despacho. Con voz meliflua me ha invitado a sentarme, no frente a él y separados por la mesa que le sirve de escritorio, sino en el sofá que tiene para recibir a las visitas de cierto rango. Me ha tratado con tanta amabilidad, con palabras tan medidas y conciliadoras que, al salir del despacho, he tardado unos minutos en darme cuenta de que me había despedido.

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