Timbres

Me despertó el timbre una vez más. Cuando empezaba a dormirme, sonaba. Era la forma que habían elegido para torturarme, para que diera los nombres de todos aquellos que habían participado conmigo en la revuelta. Resistí durante días, lo juro, pero cuando fui una piltrafa humana, extenuado de emociones y sentimientos, cuando los nombres de todos aquellos que habían crecido y madurado conmigo y que compartían los mismos ideales eran sólo eso, nombres, palabras carentes de sentido y vínculos, entonces empecé a nombrarlos, uno por uno, como cuando eres niño y recitas una oración que no llegas a entender pero que sueltas como una letanía. Eso hice yo. El delator. ¿El cobarde? Han pasado los años y odio los timbres. En mi casa no los hay, de ninguna clase. Evito los que puedo. Pero no puedo con el que está dentro de mí y sólo yo oigo.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s