Álvaro me dice que de mayor quiere ser bombero, y pirata en los ratos libres. Esta extravagante combinación me hace sonreír, especialmente el trabajo de pirata a tiempo parcial y el trajín que ha de suponer pasar de un uniforme al otro, de una identidad a la otra, sobre todo si eres un pirata como Dios manda: con pata de palo, parche en el ojo y papagayo al hombro.
Luego lo he pensado mejor y se me ha borrado la sonrisa. He recordado que hay políticos que saben combinar muy bien estas dos identidades: disfrazados de bomberos y prometiendo apagar los incendios de la economía, esconden un pirata que navega por aguas de paraísos fiscales con tesoros que no son suyos.