Katiuskas

En este tiempo de lluvias irregulares y de sequía, he recordado las botas Katiuskas de mi infancia. No eran las prodigiosas botas de siete leguas de los cuentos infantiles que leíamos, aquellas que nos permitían la hazaña de recorrer grandes distancias con la imaginación, veloces, incansables, junto al protagonista, sino las botas menos fantásticas pero reales que nos calzábamos en tiempos de lluvia abundante. Nos las poníamos no por los charcos, sino para los charcos, pues esa era la filosofía: meterse en los charcos y chapotear, no evitarlos. ¡Qué maravilloso juego, qué alegría con tan poco cosa! A veces ocurría que el charco ocultaba insospechadas profundidades y las botas se inundaban como barco que naufraga. Achicar el agua era fácil, bastaba con quitarte las botas y voltearlas. Lo de los calcetines no tenía arreglo. Según las circunstancias y el talante de cada cual, podías pasarte las horas con los calcetines mojados, guardártelos en los bolsillos y seguir con los pies desnudos dentro de las botas o ir a casa para cambiártelos, donde tus padres, si no se habían olvidado del niño que un día fueron, y entendían que la vida es ir de charco en charco, se dejaban de sermones y te animaban a seguir encharcándote

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Merodeando por internet, encontré esto:

El motivo por el que las botas de agua en España se conozcan popularmente con el nombre de ‘katiuskas’ proviene de una famosa zarzuela escrita por Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso y música compuesta por Pablo Sorozábal, que se estrenó en el Teatro Victoria de Barcelona el 27 de enero de 1931. Dicha obra musical llevaba como título ‘Katiuska, la mujer rusa’ y la protagonista principal aparecía en escena provista de unas botas altas de media caña, las cuales recordaban a las utilizadas comúnmente en los días de lluvia. La popularización de dicha pieza teatral hizo que rápidamente a las botas de agua se les comenzase a llamar ‘katiuskas’ debido a que muchas eran las mujeres que acudían a la zapatería y pedían ‘unas botas como las que lleva Katiuska’.

1 comentario en “Katiuskas

  1. ¡»Katiuskas» que gracioso! No conocía esa historia. Es que soy rusa y en mi infancia llevaba las mismas botas de goma «резиновые сапоги», eran bastante altos casi hasta rodillas, los ponían en los días de lluvia y habían otros, igual de goma,pero muy coquetos, con ciertos adornos y llegaban solamente hasta tobillo . Era el calzado para salir ,se llamaban «ботики». Un saludo

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