Enemigos

enfrentados

Jordi y Jorge estaban unidos por el odio. Desde la infancia se esforzaban en alimentarlo. ¡Y vaya si lo conseguían! Hicieron de él la razón de su existir. Y para que la distancia no lo extinguiera, se convirtieron en vecinos y compañeros de trabajo. Pero el otro día, al salir del edificio en que viven, después de forcejear en la puerta para ver quién salía primero, quiso el destino que una maceta cayera desde una ventana, y que Jordi, advirtiéndolo justo en el momento en que iba a golpear la cabeza de Jorge, apartara a éste de un empujón. Entonces, en un instante, Jorge imaginó su vida futura: plena de gratitud, pero ya sin sentido. Jordi debió de sentir lo mismo, porque allí se quedaron los dos sin saber qué decir, contemplando la maceta destripada sobre la acera, como si realmente fuera el cadáver de su odio.

 

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