Hay peces que se mimetizan con el medio para protegerse de sus enemigos; otros se recubren de púas; los hay que expulsan veneno, o una sustancia fétida que aleja a sus perseguidores… El pez espejo, en cambio, tiene una forma de defenderse que es única en el reino animal: adopta el rostro de aquellos que van a atacarlo. Es así como se libra del hombre que con sus arpón quiere darle caza. Aunque nada puede hacer cuando ese hombre es un hombre que se odia a sí mismo.