Décimo piso

EL DRAMA DEL DESENCANTADO

Gabriel García Márquez

…el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.

ADAPTACIÓN DEL MICRORRELATO A LOS NUEVOS TIEMPOS

El hombre que vive en un décimo piso está colgando de una ventana, agarrado al alfeizar con la mano izquierda. No está desencantado. O quizá sí lo está, pero a un nivel tan profundo para él que no se da cuenta. Más bien parece un hombre feliz. Se pasa gran parte del día haciéndose fotos y vídeos a sí mismo para luego colgarlos en la red y compartirlos con otros hombres y mujeres que cuelgan fotos y vídeos de sí mismos en variadas posiciones, con ensayados gestos. Y eso es lo que está haciendo ahora. En la mano derecha tiene el móvil, en una posición que le permite enfocar su rostro sonriente y el abismo que lo separa del pavimento de la calle. Está perdiendo seguidores, la competencia es alta y ha decidido arriesgarse, no puede quedarse atrás en popularidad. Pero, cuando pulsa en el móvil para grabar, hace un movimiento extraño, le falla la mano izquierda y cae al vacío. Y mientras cae, no ve a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, ni las pequeñas tragedias domésticas, ni los amores furtivos, ni los breves instantes de felicidad… Va tan centrado en sí mismo que nada de eso ve. Tampoco le preocupa mucho el hecho de morir, lo que le preocupa realmente es la ridícula imagen que va a quedar grabada en internet, que es lo más parecido a la ETERNIDAD.

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